Transportistas en Huelga: El Miedo a la Extorsión Detiene Lima y Desata el Caos Vial
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Transportistas en Huelga: El Miedo a la Extorsión Detiene Lima y Desata el Caos Vial

La paralización del transporte urbano colapsa las principales avenidas y corredores de la capital. Los transportistas exigen al Gobierno acciones urgentes contra el sicariato y el cobro de cupos. Miles de ciudadanos se están viendo afectados ante las protestas.

La Parálisis Obligada por el Terror

Lima se vio forzada a detenerse. La reciente medida de fuerza de las empresas de transportistas, que interrumpió el flujo vial de la Panamericana Norte y la Carretera Central, evidenció la fragilidad de la capital ante el avance del crimen organizado. Las huelgas continúan y no por un capricho, es un grito desesperado contra la extorsión, el cobro de cupos y el sicariato que han convertido el servicio público en una actividad de altísimo riesgo.

El miedo es la razón principal de la paralización. Las empresas de transporte denuncian que son “el blanco” de organizaciones criminales que exigen cantidades desmedidas bajo amenaza. Un conductor, comentó a la prensa: «Ya no es un asunto de ganar, sino de sobrevivir. Pago o me matan, así de simple. Si nos negamos, al día siguiente atacan las unidades o peor a un compañero. El Estado tiene que entender que estamos secuestrados por el hampa». Este sentimiento de abandono, llevó a los transportistas a detener sus vehículos, provocando el caos en las vías.

La Respuesta del Estado y el Impacto en la Ciudadanía

El Ministerio del Interior (Mininter) y la Presidencia del Consejo de Ministros (PCM) emitieron comunicados urgentes exhortando a detener el paro, dejar de bloquear las calles y llegar a un acuerdo mutuo. El Mininter dispuso el despliegue inmediato de efectivos policiales para «garantizar el libre tránsito y la seguridad», calificando los bloqueos como un atentado contra el orden público.

«Entendemos las justas demandas de seguridad de los transportistas, pero el bloqueo de vías es un delito que afecta a millones de peruanos«, señaló un vocero de la PCM, reafirmando el compromiso del Estado de priorizar el desmantelamiento de las bandas de extorsionadores y sicarios.

Sin embargo, el caos ya era inevitable. Cientos de miles de ciudadanos sufrieron retrasos de hasta tres horas para movilizarse, y los servicios de taxi elevaron sus tarifas de manera exponencial. En los paraderos vacíos, ciudadanos afectados expresaron su frustración. Uno de ellos comentó: «Si los transportistas no pueden trabajar por miedo, significa que la inseguridad nos ganó a todos. Estamos atrapados en el medio de todo esto; lo que necesitamos es acción real contra el crimen».

Soluciones Urgentes: El Gremio Exige Cambios

Las demandas de los gremios, buscan una estrategia de seguridad más profunda que un simple patrullaje. Representantes del sector, indicaron que las mesas de diálogo deben abordar la modificación de leyes penales para endurecer las penas contra la extorsión y facilitar la acción policial de inteligencia contra las mafias.

«No queremos parches, queremos soluciones estructurales», es lo que se repite en cada uno de los transportistas». El gremio exige que la extorsión sea tratada como crimen organizado de alta prioridad. Las bandas criminales se ríen de las leyes actuales y del sistema judicial. Si no hay un cambio contundente en la ley y en la estrategia de inteligencia, la huelga se repetirá y será indefinida.

El Estado, tras varias horas de negociación, logró que los transportistas suspendieran temporalmente la medida de fuerza, aunque bajo la amenaza explícita de realizar otra huelga si los acuerdos alcanzados, no se traducen en acciones concretas y visibles en las próximas semanas. La suspensión temporal de la huelga devuelve el movimiento, pero no la tranquilidad. Este paro ha sido un síntoma de un problema más profundo: el colapso de la seguridad pública ante el crimen organizado. La estabilidad de Lima sigue pendiente de un hilo, exigiendo que el Estado recupere el control territorial y garantice que el miedo deje de determinar si la capital funciona o se detiene.

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