TikTok: ¿ayuda emocional o desinformación disfrazada?
En la era digital, TikTok dejó de ser solo la app de bailes y trends virales. Hoy se ha convertido en un espacio donde miles de jóvenes comparten, sin filtros, sus experiencias con la ansiedad, la depresión o el estrés. Abundan los videos de psicólogos, coaches e influencers que repiten frases como “no estás solo” o “está bien pedir ayuda”. Pero, ¿realmente este tipo de contenido contribuye a nuestra salud mental? ¿O estamos confiando demasiado en una plataforma que no siempre filtra lo que se dice?
Una generación buscando respuestas
Según datos del Ministerio de Salud, solo en 2024 se registraron más de 900 mil atenciones relacionadas a salud mental en el Perú, siendo la ansiedad y la depresión los diagnósticos más frecuentes. Por otro lado, el Programa Nacional de Juventud señaló que el 32,3 % de jóvenes entre 15 y 29 años vivió algún problema emocional, y casi una cuarta parte admitió sentirse desanimado o sin esperanza.
Con cifras así, no sorprende que muchas personas, especialmente jóvenes, busquen consuelo o respuestas rápidas en las redes sociales. TikTok, con sus videos cortos, lenguaje directo y tono amigable, se ha convertido en una especie de “consultorio exprés” al alcance de todos. Pero este fenómeno, aunque tiene cosas positivas, también presenta serios riesgos.
Lo bueno: romper el silencio y conectar
Para la psicóloga clínica Andrea Paredes Rivas, fundadora del proyecto Mente Conectada, TikTok ha tenido un rol importante en acercar el lenguaje de la salud mental a las nuevas generaciones. Según comenta, los videos pueden ser ese primer paso para que una persona reconozca cómo se siente y se anime a buscar apoyo profesional.
También es cierto que este tipo de contenido ayuda a visibilizar emociones que antes se ocultaban o se veían como “debilidades”. Hablar de ir al psicólogo ya no es tan tabú, y eso es algo que definitivamente se ha logrado en parte gracias a las redes.
Lo preocupante: diagnósticos sin base y consejos sin respaldo
Pero no todo es tan positivo. El gran problema es que no todo el contenido proviene de fuentes confiables. Algunas cuentas ofrecen “diagnósticos” o “soluciones rápidas” sin tener formación profesional. Esto puede generar más confusión que ayuda.
La misma Dra. Paredes advierte que muchos jóvenes se identifican con frases o clips y terminan creyendo que tienen ansiedad, TDAH u otros trastornos sin haber pasado por una evaluación clínica. A esto se suma el tiempo que pasamos frente a las pantallas: estudios recientes muestran que los adolescentes con problemas emocionales suelen pasar hasta 50 minutos más al día en redes sociales que aquellos sin dificultades psicológicas, lo que puede aumentar el aislamiento o las comparaciones poco realistas.

Entonces, ¿cuándo es momento de buscar ayuda real?
Si el malestar emocional interfiere con cosas básicas como los estudios, el sueño o nuestras relaciones, es momento de pedir ayuda profesional. Las redes pueden servir como primer impulso, pero no reemplazan la terapia.
Según la Dra. Paredes, el futuro de la salud mental será un modelo híbrido: una combinación entre contenido educativo, acceso a terapia online y, sobre todo, apoyo profesional con ética y responsabilidad.
Consejos básicos para cuidar tu salud mental digital:
- Filtra bien lo que consumes: sigue a psicólogos licenciados o páginas oficiales.
- Recuerda que TikTok no es terapia: los videos informan, pero no diagnostican.
- Pon límites al tiempo de pantalla: trata de no pasar más de dos horas seguidas en redes.
- Conecta offline: hablar con tus amigos, familia o buscar ayuda profesional también es necesario.
En resumen
Las redes sociales, como TikTok, pueden ser aliadas en nuestra educación emocional. Pero también pueden ser fuente de desinformación si no las usamos con criterio. No se trata de satanizar estas plataformas, sino de aprender a usarlas de forma consciente. Porque sí, ver un video puede motivarte o hacerte sentir comprendido, pero la verdadera sanación empieza cuando te decides a buscar ayuda fuera de la pantalla.
