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¿Hambre real o hambre emocional? Cómo el estrés y la salud mental afectan tu forma de comer

Descubre la diferencia entre el hambre emocional y el hambre física, y cómo el estrés influye en tu alimentación. Conoce lo que dicen el Minsa, especialistas en salud mental y nutriólogos sobre esta conducta y sus riesgos para la salud.

Foto: Freepik

¿Te ha pasado comer de más o recurrir a snacks innecesarios luego de un día a estresante? A esto se le conoce como hambre emocional, un fenómeno documentado y que el propio Ministerio de Salud del Perú (Minsa) ha vinculado con problemas de salud mental y trastornos alimentarios. Según el Minsa, los trastornos emocionales como la ansiedad y la depresión pueden alterar significativamente los hábitos alimenticios, provocando conductas como el picoteo excesivo, los atracones o la pérdida total del apetito. Fuente: Minsa

¿Qué es el hambre emocional?

El hambre emocional es el impulso de comer como una forma de gestionar emociones como la tristeza, el estrés, el aburrimiento o la frustración. A diferencia del hambre real, que aparece de manera gradual y se satisface al comer lo necesario, el hambre emocional es repentina y muchas veces no se detiene ni cuando ya estamos llenos.

El Dr. José Antonio Angulo, médico nutriólogo, explica que el hambre emocional surge como una forma de gratificación momentánea frente a situaciones de estrés laboral, conflictos familiares o decepciones personales. “Muchas veces se convierte en una conducta repetitiva similar al consumo de alcohol o tabaco”, advierte. Esto se debe a que la comida, en estos contextos, activa neurotransmisores asociados al placer y calma momentáneamente el malestar emocional.

El rol del estrés y la salud mental en la alimentación

Una investigación publicada por la revista científica Nutrición Hospitalaria revela que existe una fuerte relación entre el estrés crónico y la aparición de conductas alimentarias desreguladas. Las emociones negativas pueden alterar la percepción del apetito, provocar antojos intensos y desencadenar ciclos de comer compulsivo. Ver estudio completo

Por su parte, el psiquiatra José Galindo menciona que mientras la depresión tiende a suprimir el apetito, la ansiedad lo incrementa. “El apetito es un instinto profundamente ligado a las emociones, y cualquier alteración mental impacta en cómo, cuándo y por qué comemos”, señala. Además, Galindo destaca que la culpa tras comer es un fuerte indicador de que estamos frente a una conducta emocional, no fisiológica.

El Dr. José Antonio Angulo complementa esta idea y explica que el hambre emocional no solo responde a un malestar pasajero, sino que se instala como un patrón de conducta vinculado a eventos de estrés laboral, conflictos familiares o decepciones personales. Señala que esta conducta suele manifestarse en forma de picoteo constante de alimentos ultraprocesados o episodios de atracones, con una fuerte preferencia por dulces y harinas. Este mecanismo de gratificación momentánea genera una especie de dependencia psicológica, lo que dificulta su control y crea un ciclo. Por ello, es de suma importancia abordar este problema desde la prevención, incluyendo educación nutricional en la infancia, evaluaciones psicológicas regulares y una coordinación estrecha entre familias e instituciones educativas para fomentar hábitos saludables y una cultura alimentaria consciente.

Consecuencias del hambre emocional

El Dr. José Antonio Angulo advierte que el hambre emocional, si no se controla, puede causar obesidad, alteraciones en glucosa, colesterol, hipertensión y dependencia psicológica a la comida. También puede derivar en trastornos alimenticios como bulimia o trastorno por comer de mas, afectando la calidad de vida.

El Ministerio de Salud (MINSA) señala que el hambre emocional contribuye al aumento de enfermedades crónicas, afectando la salud cardiovascular y metabólica por el consumo frecuente de alimentos ultraprocesados ricos en azúcares, grasas y sodio. Además, este comportamiento aumenta el estrés, ansiedad y depresión, creando un ciclo difícil de romper.

¿Cómo prevenir y controlar el hambre emocional?

Para prevenir y controlar el hambre emocional, el Dr. Angulo y el psiquiatra José Galindo coinciden en la importancia de la prevención y la educación emocional desde edades tempranas. Recomiendan reconocer las emociones antes de comer, evitar hacerlo frente a pantallas o en situaciones de estrés, y disfrutar la comida en un ambiente tranquilo para favorecer el equilibrio emocional.

También es clave buscar ayuda profesional si el hambre emocional es difícil de manejar, con psicoterapia, psiquiatría y asesoría nutricional. Además, el Dr. Angulo menciona la necesidad de implementar programas de educación nutricional en colegios para prevenir conductas alimentarias desordenadas.

En conclusión, el hambre emocional es una respuesta común ante el estrés diario que debe ser abordada integralmente, combinando prevención, educación y tratamiento profesional para evitar sus graves consecuencias en la salud física y emocional.


¿Sientes que comes por ansiedad o estrés?

Consulta con un especialista en salud mental o nutrición.
Adoptar una alimentación consciente puede marcar la diferencia en tu bienestar emocional y físico.

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